Cuando era más chica, pensaba que nadar era solo mover los brazos y no hundirse. Pero con el tiempo, me di cuenta de que el agua es mucho más que eso: es un espacio donde puedo desconectarme del mundo, pensar y sentirme libre.
Recuerdo la primera vez que fui sola a nadar. Tenía un poco de miedo porque no estaba segura de hacerlo bien, pero al mismo tiempo sentía emoción. Me metí al agua, empecé a moverme con calma, a respirar, y algo cambió. No había ruido, ni preocupaciones, ni presiones. Solo yo y el agua. Fue como si por fin mi cabeza se quedara en silencio por un rato.
Desde entonces, nadar se volvió mi forma de soltar el estrés y liberar tensiones. No importa si tuve un mal día o si estoy cansada, sé que en el agua me voy a sentir mejor. Cada brazada es como una pequeña victoria. Y aunque no soy profesional ni nada, he aprendido a disfrutar cada momento en la piscina.
Este blog lo empecé porque creo que muchas personas podrían descubrir en la natación lo mismo que yo encontré: paz, bienestar y confianza. Si alguna vez te sentiste perdida, estresada o simplemente con ganas de cambiar de rutina, te invito a probar nadar.
Comentarios
Publicar un comentario